(Sin título)

Desdichadas las sirenas, 
pues nunca podrán sentirte dentro 
como te he sentido yo.

DESDE QUE LLEGASTE

Quizá no entiendas mis miedos
y como me pongo cuando las cosas no salen
como pensaba que lo harían. 
Y no te culpo.
Muchas veces ni yo misma me entiendo.
Pero imagino que el hecho de no tenerte cerca
alimenta todos esos pequeños trocitos de pasado
que, sin yo quererlo, siguen escondidos
en cada rincón de mi presente.
También sé que desde que llegaste,
todo es magia; que todo tiene otro color,
otro olor y otro tacto.
Del sabor podría hablarte durante horas,
porque jamás había probado nada
que tuviese el sabor que tienen tus labios.
Porque no hay día que no necesite sentir tu olor,
ese que me llena de vida cuando me abrazas
y no puedo soltarte.
O que no quiera notar las yemas de tus dedos
en cada centímetro de mi piel,
como si fuesen pequeños cinceles
que van desnudándome de corazas
y esculpiendo un futuro en mis carnes.
Y que el color de tus ojos es el sitio perfecto
para perderse después de un mal día
y respirar hondo disfrutando de las vistas...
Porque déjame que te diga que,
aunque fuera haga frío,
aquí siempre es Primavera
desde que tú llegaste.

ALAS

Déjame decirte que
cuanto más te alejas de mí,
más alas me crecen.

(Sin título)

Menos mal 
que entre todo este caos
está el claro de sus labios.

MONTAÑA RUSA

Cada vez que te beso tengo vértigo
y un vuelco en mi estómago que me advierte que quizás 
hubiese sido mejor subir a tu boca en ayunas.
Y me sujeto a cualquier cosa que tenga a mi alcance,
intentando apaciguar el miedo que provoca
la sensación de poder caer al vacío.
Mientras tanto, siento el aire de la libertad dándome en la cara.
Y grito.
Así que, por favor, deja de decirme que soy una montaña rusa.
La única atracción de riesgo que conozco, es quererte.